He venido a jugar, pero se me olvidó cómo se juega. Se me olvidó cómo divertirme. Se me olvidó que en el juego uno marca sus propias normas y que además, si no te gustan, las puedes cambiar. Se me olvidó que jugar es divertido, que si no te diviertes, ya no es un juego. Se me olvidó disfrutar y por eso, este juego, dejó de ser sólo un juego y empezó a angustiarme, a causarme sufrimiento, pues me lo tomé tan en serio que se convirtió en una condición.
La vida dejó de ser divertida y empezó a ser densa. Se substituyeron las risas por los llantos. Me creí el papel de víctima y lo hice mío. Me creí el papel de verdugo y la culpa que conllevaba jugar a esos roles. Me quedé con el papel de salvadora, pues así podía ayudar a los demás sintiéndome menos sola, menos perdida, pero llenita de miedos.
Se me olvidó que todo esto era un juego, me lo creí y me perdí en él sintiendo el dolor tan adentro que minó todas mis sonrisas.
Acepté las normas y las reglas de juego que otros habían impuesto, se me olvidó que yo las podía cambiar. Acarreé responsabilidades que no me pertenecían, porque jugaba a un juego que no era mío, y esas responsabilidades se convirtieron en ansiedad.
Hoy he soñado, que a mis 34 años seguía yendo al instituto, siguiendo las mismas normas que los adolescentes de 12. Siendo disciplinada, cumpliendo sin rechistar. Hoy me he dado cuenta de que eso ya no me vale. Esas falsas creencias, esos patrones antiguos me mantienen prisionera y obediente de algo en lo que no creo, algo que no está funcionando, no para mi.
Estos días me están sirviendo para darme cuenta de que puedo decidir tener otro tipo de vida, volver a decidir como quiero jugar, esta vez a mi juego, con mis normas. Un juego divertido, un juego apasionante, un juego lleno de amor, libertad, sonrisas, risas y más risas. Quiero volver a divertirme jugando, quiero volver a decidir parar de jugar si el juego no me gusta, y a volver a negociar las normas del juego para que siga siendo eso, un juego y por lo tanto conlleve diversión.
“ La vida es diversión, pues es un juego y tú eres una niña, todos somos niños que venimos a jugar, pero recuerda divertirte en el juego, sino ya no es un juego.” Miko.
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